Dra. Graciela Acevedo Cardelas, graduada del Doctorado en Educación Matemática de la Universidad de Los Lagos
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En esta entrevista, la Dra. Acevedo —actual docente de la Universidad San Sebastián, sede Patagonia— nos invita a conocer su recorrido en el Doctorado en Educación Matemática de la Universidad de Los Lagos (2021–2025). Su motivación surgió del deseo de repensar los fundamentos teóricos del enfoque ontosemiótico y, a partir de ello, abrir nuevas perspectivas para comprender de manera más profunda cómo se enseña y se aprende la matemática. A lo largo de su relato, la académica comparte los desafíos, descubrimientos y aprendizajes que marcaron esta etapa de su formación, ofreciendo una mirada única sobre la investigación y la práctica educativa.

¿Qué la motivó inicialmente a interesarse por este programa y qué razones fueron decisivas al momento de escogerlo?

Mi principal motivación para cursar el Doctorado en Educación Matemática fue la intención de repensar los fundamentos teóricos asociados al enfoque ontosemiótico de la cognición e instrucción matemática, desde el cual considero que pueden surgir nuevas perspectivas para comprender cómo se enseña y se aprende la matemática. Durante el desarrollo de mi Magíster, observé áreas del conocimiento didáctico poco exploradas o escasamente revisadas desde otras visiones epistemológicas, lo que despertó en mí la necesidad de profundizar en ellas desde un marco investigativo riguroso. Asimismo, influyó decisivamente que el Dr. Luis Pino Fan, académico con una trayectoria estrechamente vinculada a los creadores del enfoque ontosemiótico, fuera en ese momento director del programa. Tanto su formación académica como sus redes de investigación fueron determinantes para optar por la Universidad de Los Lagos como la casa de estudios donde desarrollar mi doctorado. La decisión respondió, además, al propósito de fortalecer la formación inicial docente en matemática, convencida de que solo a través del pensamiento crítico, la investigación y la renovación teórica es posible entregar aprendizajes significativos a los futuros profesores.

A partir de su experiencia como graduada, ¿qué aspectos del programa considera que han contribuido de manera más relevante a su crecimiento académico y desarrollo profesional?

El Doctorado en Educación Matemática significó una transformación profunda en mi manera de comprender la enseñanza y el aprendizaje de la matemática, al proporcionarme herramientas teóricas y metodológicas que fortalecieron mi mirada investigativa. En particular, el acceso al enfoque ontosemiótico de la cognición e instrucción matemática me otorgó herramientas analíticas y didácticas que hoy aplico directamente en mi labor académica, tanto en el diseño y planificación de clases para docentes en formación como en la enseñanza de estrategias para planificar, implementar y evaluar clases de matemática efectivas. Estos aprendizajes han sido fundamentales para orientar mi trabajo hacia una formación inicial docente más reflexiva, crítica y comprometida con la calidad educativa.

¿Qué valor o sello distintivo cree usted que adquiere este programa al desarrollarse en una universidad estatal, y en qué aspectos se diferencia de programas similares impartidos en otras instituciones del país o de la región?

Cursar el Doctorado en Educación Matemática en una universidad estatal me permitió vivir una formación con un profundo sentido público y compromiso con el territorio. El programa se caracterizó por su orientación hacia la investigación con impacto social y educativo, más que por una visión meramente técnica o instrumental de la docencia. La diversidad de enfoques epistemológicos, la pluralidad de trayectorias académicas de los profesores y la vinculación con problemáticas reales del sistema escolar chileno marcaron una diferencia sustantiva frente a otros programas más estandarizados o con menor conexión territorial. Este sello estatal promueve una educación universitaria entendida como bien público, donde la producción de conocimiento se orienta a la transformación y mejora de la educación del país, y no solo al desarrollo individual.

¿Qué consejo o palabras le compartiría a quienes están evaluando cursar un postgrado en una universidad estatal, ya sea con una proyección investigativa o profesional?

Les aconsejaría asumir el desafío de cursar un postgrado en una universidad estatal con convicción, compromiso y sentido de propósito. Un programa de este nivel no solo exige una mirada crítica y ética sobre el rol del conocimiento en la sociedad, sino que también ofrece la posibilidad de investigar con sentido público, vincular la teoría con los desafíos reales de la educación y comprender que cada avance académico debe traducirse en un aporte concreto al territorio y a las comunidades.

¿De qué manera se expresan estos sellos en su ejercicio profesional?

Los sellos CUECH están profundamente presentes en mi labor académica y en la manera en que concibo la formación de futuros docentes. El sello de territorio se refleja en la constante articulación con las comunidades educativas del sur austral, reconociendo sus realidades, saberes y desafíos como parte esencial de la formación práctica. La formación integral orienta mi trabajo hacia la construcción de aprendizajes significativos que integran teoría, práctica, ética y reflexión crítica. Desde la inclusión y la equidad de género, promuevo experiencias educativas que valoran la diversidad y aseguran la participación plena de todos los estudiantes. El sello de ciudadanía se manifiesta en la convicción de que formar docentes implica también formar sujetos comprometidos con el bien común, capaces de ejercer una docencia ética, transformadora y socialmente responsable. Finalmente, el sello de calidad de vida se refleja en la búsqueda constante de entornos de aprendizaje respetuosos, colaborativos y emocionalmente sostenibles, tanto para los docentes en formación como para las comunidades escolares con las que trabajamos.